Thursday, September 5, 2013

FRENTE A FRENTE
Mi cuerpo y mente
están inquietos,
es una sensación de agobio,
 ansiedad y desconsuelo,
 desesperación y desvelo;
es un llamado de la sangre,
que me avisa que me prepare,
se acerca una tormenta en forma de pena.

Ciertamente, la sangre no miente,
esos lazos invisibles, fuertes como telarañas
 frágiles como algodón recién cortado,
especialmente entre hermanos,
cuando la distancia nos separa.

Cansado de cuerpo y alma
el viaje casi interminable,
hacen de esta emergencia un mar de dudas y angustias.

Postrado en la cama trece del quinto nivel,
con los ojos cerrados, respirando muy lentamente,
el Doctor Gramajo me dice, uno los pulmones se ha colapsado.

Mi hermano menor, una sombra de lo que fue,
desvalido, sin ese espíritu aventurero
independiente y libre.

Allí, en la cama atado con cadenas invisibles
esas cadenas que corrompen al ser humano
y que son la fuente de escape;
esos malditos vicios, las drogas y el alcohol,
muestran sus efectos funestos y devastadores.

Frágil criatura,
flaco, medio muerto, sin rasurarse
sin deseos de luchar por la vida,
con la bandera a media hasta
con la batalla perdida,
en una cuesta de piedra,
en ese calvario imposible de superar.

Al verlo nuevamente después de tantos años,
esos sentimientos encontrados,
ese torbellino de culpas acumuladas,
me desarman, me tiran contra la pared
me arrebatan la máscara falsa de tranquilidad que traía puesta.

Al fin, frente a frente
la sangre se une, las palabras salen sobrando,
las lágrimas no se contienen;
usted llora porque a pesar de mi arrogancia,
estoy presente, cuando más me necesita,
sin pretensiones, sin rencores o falsos sentimientos
 como cuando éramos niños.

Yo lloro porque lo veo
y la luz que entra por la ventana
me hace pensar que es la mano de mi padre acariciando suavemente su rostro
mis ojos se nublan y no hay nada que pueda hacer
 lo abrazo tímidamente,
le doy un beso en la frente como lo hacía mi madre.

El tiempo que no para y se desvanece
pasa como un temporal en tiempo de lluvia,
me resigno a esperar el desenlace de su tormentosa historia,
y aunque los dos sabemos que será la última vez que nos encontremos
su alma por un instante siente esa paz interior que tanto busca,
y yo le doy gracias a Dios por permitirle el regalo más grande del mundo
y es el de morir en mi amada Xelajú